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jueves, 11 de noviembre de 2010

Mi más deseado sueño

Me encanta que sea ácido y a la vez dulce. Cómo una tarde fría, muy fría, dónde la gente sólo sale para lo necesario y ansia por llegar a sus casas para buscar el calor hogareño. Parezco la única persona a la que le guste callejear en este ambiente. Las luces con poca intensidad y titiritar. Rasgar los dientes, ya no sé si rabia o frío. Lucho por todos mis proyectos deseando escapar de mi rutina y de mi vida actual. Que todo se quede aquí y en mi memoria. Que mis recuerdos no se desvanezcan.
Me apetece. Es eso lo que me apetece: Volar a lugares más fríos y ver nieve todo el tiempo a través de una ventana mientras una hoguera intenta iluminar mis ojos de vivacidad y una manta tapa hasta mis peores pesadillas. Y que mis ojos a punto de cerrarse puedan verte a mi lado, rodeándome con tus inconfundibles brazos. Todo sería mucho más cálido si rozaras mis labios muy despacito, como si fuera la primera y la última vez que lo hicieras. Entregándome toda tu pasión. Expresándome todo tu amor. Dejándome claro que nunca te irás de mi lado.


lunes, 8 de noviembre de 2010

Un momento..

Me dispongo a pensar a pesar de mi estado de pesimismo actual. Normalmente lo evito, por no distraerme con cosas insignificantes.
Y estaba tan ida con otros temas, que se me olvidó pensar en ti, se me olvidó soñar contigo. Cuando mi vida, ahora, empezaba a cobrar algo de sentido, un pequeño detalle pudo arrasar con todo.
Mis lágrimas no me dejan ver las estrellas. Súbeme hacia ellas hasta poder sentirlas cerca, pues así sabré cuánta parte de tu corazón depositarás en mí.
Y vuelvo a impacientarme por tu señal. Pero no tardes, porque voy a estar esperándote siempre.



miércoles, 3 de noviembre de 2010

Dos extraños


Pasé de ignorarte durante toda mi vida a que te tuviera en mente a cada segundo, en cada sueño. Que te observara el máximo tiempo posible y crear coincidencias por cruzarme contigo aunque fuera por un segundo. Crear situaciones en las que verte durante más tiempo. Acercarme a los tuyos, que también son -en parte- míos. Nunca te hablé. Siempre me hablaste tú y buscabas cualquier excusa por dirigirme la palabra.
Y recordando momentos dónde aprovechabas el momento de "libertad" por perder ese respeto del día a día hacia mí y atreverte a tocarme, a hablarme sin que nadie pudiera sospechar lo que se te pasaba por la mente en esos instantes. A tener tu cara tan cerca de la mía que incluso me sentía incómoda a pesar de la conexión mutua.