Hace poco más de tres meses alguien me aconsejó que abriera los ojos, que mirara a mi alrededor por unos instantes, que bajara de mi nube y de lo que yo misma quería ver y no de lo que era. Que mirara más allá del horizonte que aún había más. Y no le hice caso. No hace mucho me acordé de sus palabras y de que tenía razón, que te esperas que una persona te dé lo que quieres y tú misma crees que te lo está dando, pero en realidad no es así; que no tengo que cerrarme al mundo por unos pocos y no esperar nada de nadie, porque alguien puede sorprenderte dándote más de lo que tú creías que te iba a dar cualquier otra persona. Y así es. Hoy tengo a alguien con quien comparto mi tiempo, a quien le regalo lo mejor de mí sin esperar nada a cambio. Te necesito y me encanta, porque implica quererte y eso también me encanta. Y cada vez que te recuerdo parece que me cojan el corazón con las manos y quisieran arrancármelo de cuajo, y me duele el pecho por unos instantes. No necesito tener la sensación de perderte para valorarte, porque sé perfectamente lo que tengo y si te alejaras lo más mínimo de mí, lo notaría enseguida. Te siento cerca siempre, no me hace falta tenerte físicamente para saber que estás a mi lado, porque sé que estés dónde estés vas a estar cuidando de mí. Y es que cuando estoy contigo descubro un mundo lleno de sensaciones y sentimientos, nos evadimos del mundo y perdemos la noción del tiempo. Contigo me dí cuenta de que esa persona tenía razón, buscando mi ideal en personas de mi tipo, he encontrado mi ideal de quien menos pensaba enamorarme jamás. Adoro no poder parar de reír contigo, tu sonrisa, tus labios, tu mirada, tus ojos y todo lo que exista que tenga que ver contigo. Me encanta estar contigo y no estarlo.
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